jueves, 3 de septiembre de 2015

La música influye en nuestros sentimientos.

Que la música influye en nuestro estado de ánimo no es nada nuevo. Todos hemos sentido alguna vez la fuerza de la música y su capacidad para transmitir sentimientos y emociones. 
Piénsalo. ¿Cómo puede ser que una serie de sonidos sea capaz de conmovernos? La música tiene la extraña y maravillosa propiedad de emocionarnos y de hacernos sentir muchas cosas.  ¡Qué raro!, ¿verdad? Sí, es sorprendente; parece magia, pero es así. Hay música que nos alegra, que nos anima, que nos hace saltar. Hay música que nos relaja, que nos entristece, que nos inquieta, e incluso hay música que nos da miedo.
  La música puede contagiarnos sensaciones diferentes y manejarnos a su antojo. En cierta forma podríamos decir que la música nos manipula. Sí. La música es exactamente una manipuladora; y no tenemos que indagar mucho para darnos cuenta de ello. Sólo hay que pensar en un sencillo ejemplo. ¿Qué ocurre con la música compuesta para el cine? ¿Qué pasaría si quitásemos el volumen de la tele y viéramos las películas sin sonido? ¿Sería lo mismo? Pues claro que no. ¿Cómo va a darnos miedo un monstruo, un tiburón, un fantasma o un alien sin la música tétrica que los suele acompañar? Ante una escena trágica, ¿cómo vamos a sentir lo mismo  si a la película le falta esa música que nos pone un nudo en la garganta e incluso nos hace llorar?

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